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Volver a la rutina sin traumas

Experiencia

Pasar de la reposera al taco, de la siesta al despertador y del sonido del mar al tecleo de la oficina, no es agradable para nadie. ¿Cuánto dura la adaptación?

¿Cómo hacer para que la vuelta a la normalidad tras las vacaciones no se convierta en un drama? Acá algunos consejos para sobrellevar la situación.

Día uno después de las vacaciones de verano. Claudia está sentada en la oficina frente al computador. Tras varias semanas sin usarlo, acumula polvo pero, eso no es lo peor: no consigue recordar la contraseña para encenderlo, la olvidó después de varios días de desconexión total del trabajo. No es lo único que no recuerda, le cuesta concentrarse y, últimamente, no se ha sentido bien: duerme mal, le duele la cabeza y su humor no es el mejor. Cierra los ojos y, por unos momentos, se imagina de nuevo a pie de playa, relajada y sin preocupaciones… ¡Hasta le parece escuchar el sonido del mar!

Lo que le ocurre a Claudia tiene nombre y apellido, se conoce como estrés o síndrome posvacacional. No alcanza la categoría de enfermedad, se trata más bien de un estado emocional o un malestar pasajero que afecta a algunas personas en la recta final de sus vacaciones o en el momento de incorporarse al trabajo. Es una situación “transitoria y normal”, según los especialistas, que se manifiesta con un conjunto de síntomas (de ahí el nombre de síndrome). Lo importante es que tiene solución.

“Se trata de un proceso adaptativo a ciertos cambios. El reintegro laboral luego de las vacaciones se relaciona con regresar a una rutina con hábitos y horarios más estructurados, a un ritmo de vida más acelerado y a la presión por rendir, ya sea en los ámbitos domésticos, laborales y académicos. La adaptación puede durar entre una semana y diez días, aunque hay personas que les toma más tiempo”, explica Berta Muñoz, médico psiquiatra del Centro de Atención Clínica Cetep.

Es el momento más temido de las vacaciones: la vuelta a la oficina. Hay quienes son capaces de reengancharse tan pronto regresan pero a otros se les hace más cuesta arriba, tanto que en un santiamén borran la sensación de descanso conseguida durante el período vacacional. Sandra Gelb, psicóloga de la Clínica Universidad de los Andes destaca que las dificultades en la adaptación pueden verse agravadas en determinadas circunstancias, por ejemplo, cuando realizamos un trabajo que no nos motiva, nos sentimos acosados laboralmente, o nos encontrábamos estresados o deprimidos antes de salir de vacaciones. Y, según apunta, todo está muy relacionado con el estilo de vida actual “caracterizado por una jornada laboral extensa, poco tiempo para realizar actividades placenteras durante el año, las preocupaciones propias de una vida moderna (endeudamiento, consumismo) y falta de motivación por el trabajo”.

¿A quién afecta?

Aproximadamente un 40% de los trabajadores sufre estrés posvacacional y la mayoría manifiesta algún tipo de trastorno emocional después de volver a la oficina, según datos de la empresa de recursos humanos Randstad. Los síntomas más comunes son insomnio, fatiga, dolores de cabeza y estomacales, alteraciones en el apetito, irritabilidad, desmotivación y tristeza. Cristina Lobo, consultora de Randstad, dice que se trata de “reacciones normales” y más del 50% de los que las padecen logra recuperarse después de la primera o segunda semana, mientras que alrededor del 40% se adapta al ritmo de trabajo en menos días. “Es el tiempo que suele tomar alcanzar la reorganización de tareas y adaptar nuestros biorritmos a la rutina laboral. Como norma general, tras este período, una persona debería estar conectada nuevamente a un nivel habitual o por encima de él, dado el efecto del descanso”, explica. Si la adaptación requiere de más tiempo se recomienda buscar ayuda especializada. Las mujeres jóvenes son más propensas a sufrir estrés posvacacional. “El grupo más vulnerable es el de los trabajadores entre 25 y 40 años ya que, generalmente, se toman vacaciones cada vez más cortas y pudieran estar desempeñándose en trabajos que no les entregan gran satisfacción y que el regresar, les provoque mayor estrés. Las mujeres tienden a expresar estas molestias con mayor facilidad y además están expuestas a desarrollar distintas actividades laborales y familiares bajo mayor presión”, explica Berta Muñoz, psiquiatra de Cetep.

Cómo superarlo

Para amortiguar el estrés y acoplarnos de la forma menos dramática posible a la vida laboral después de las vacaciones, los especialistas consultados recomiendan una serie de estrategias.

Nunca el día antes. Volver de las vacaciones justo el día antes del retorno al trabajo suele ser un factor que genera estrés y disminuye la capacidad de adaptación. Cristina Lobo, de Randstad, considera recomendable tomarse al menos dos días para ir familiarizándonos con la rutina y retomar los horarios y hábitos habituales, adquiriendo una preparación para afrontar el primer día de una manera más sana y sin ansiedad.

Actitud optimista. No pensar tanto en lo que fue, sino en lo que será. Es aconsejable llenar la mente de mensajes positivos de cara al regreso. Compartir conversaciones con compañeros acerca de las vacaciones, enfocarse en las tareas más atractivas o proponerse nuevos retos laborales que nos motiven, pueden ayudarnos en esa labor. Para la psicóloga Sandra Gelb es importante tener, en general, una actitud optimista frente al trabajo, ya que pasamos en él muchas horas: “No sobrestimar lo negativo o ver el trabajo como algo únicamente malo, un castigo o un deber. Apreciar que es una actividad más de las que realizamos y que puede ser agradable, entretenida y desafiante, y nos permite desarrollarnos como personas”.

Paso a paso. Una vez en la oficina, es aconsejable comenzar de manera paulatina con las actividades habituales y volver ordenada y progresivamente a la rutina laboral. Es decir, no querer abarcarlo todo inmediatamente, sino priorizar, ordenar y organizar las tareas. Se puede hacer una planificación según urgencia y prioridades. Hay que darse un tiempo para ir aumentando el rendimiento laboral y volver a estar en el nivel habitual. No llevarnos trabajo a la casa.

Compaginar trabajo y ocio. Para poder adaptarse de manera más ágil a la rutina, es aconsejable tratar de mantener algunas actividades diarias que se relacionen con el período vacacional, reservarse tiempo de ocio para uno mismo y tratar de no salir más tarde de la hora. La doctora Berta Muñoz, de Cetep, recomienda aprovechar todos los momentos de descanso para planificar actividades agradables y placenteras, en familia, con amigos o en solitario, además de distraerse a través del deporte y hobbies.

Durante las vacaciones. Para que el regreso a la oficina no sea tan empinado, hay que tratar de mantener durante el período vacacional hábitos de vida saludables, como cuidar las horas de sueño, realizar ejercicio físico y alimentarse sanamente. Es bueno tratar de mantener durante las vacaciones horarios similares a los del resto del año.

Artículo publicado en Revista Mujer de diario La Tercera y realizado por la periodista Ana Muguerza