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¿Cómo disfrutar la sexualidad a toda edad?

Experiencia

La identidad, el deseo y el comportamiento son componentes esenciales de nuestra sexualidad y están presentes durante toda nuestra existencia, adquiriendo diferentes matices de acuerdo a la etapa de la vida, creencias, valores, el contexto sociocultural y la integración emocional de las experiencias vividas. Contra todo mito o prejuicio que pueda existir al respecto, se debe afirmar que el “placer sexual es una experiencia deseable y válida para los adultos mayores, porque genera gran bienestar”. La disminución en la frecuencia de los contactos sexuales, manteniendo el mismo deseo y una mejora en la calidad de la relación de pareja, suelen ser la tónica de la sexualidad en la llamada “tercera edad”.

El presente artículo, es el resultado de la revisión bibliográfica de la escasa información seria que existe respecto de este tema; y pretende entregar algunos “tips” que  ayudarán a comprender y enfrentar de mejor manera la sexualidad en la adultez mayor.

En sociedades como la nuestra, tradicionalmente se ha relacionado la sexualidad únicamente con la función reproductiva, relegando a un segundo plano las funciones de comunicación y placer; de allí que se niegue el disfrute de la sexualidad en las personas de edad avanzada. Sin embargo, “las pautas de interacción sexual en el adulto mayor no difieren de las practicadas en etapas anteriores de la vida. El coito vaginal, el sexo oral y la masturbación recíproca son formas de ejecutar el acto sexual, que disfrutan tanto jóvenes como ancianos…”

En la tercera edad, tanto hombres como mujeres nos vemos enfrentados a cambios fisiológicos que sin duda pueden modificar nuestra respuesta sexual, requiriéndose entonces de una capacidad de adaptación a estos cambios que propicie una sexualidad gratificante, pero que por ningún motivo debe significar el fin de la vida sexual. En el caso del hombre, se requiere de mayor estimulación para lograr la erección, la que es más lenta y menos firme, pero dura más tiempo, prolongándose además el período refractario (tiempo requerido para poder iniciar un nuevo acto sexual). En la mujer, el período de lubricación vaginal también se retarda; y al igual que el caso del hombre, la necesidad de estimulación para alcanzar el orgasmo es mayor.

No obstante, ninguno de los cambios descritos más arriba constituye una disfunción sexual. Lamentablemente, en esta área de la conducta humana muchas veces predomina lo anecdótico por sobre el conocimiento científico. Es precisamente el desconocimiento de estos cambios, lo que limita muchas veces la expresión y libertad de acción en el ámbito de la sexualidad del adulto mayor. Así, erróneamente, no son pocos los profesionales de la salud que consideran al adulto mayor como un ser asexuado.

A los cambios derivados del fenómeno del envejecimiento suelen sumarse las enfermedades crónicas, que pueden originar algún grado de discapacidad; al igual que el consumo de algunos fármacos, puede modificar el comportamiento sexual a esta edad. De allí la importancia de consultar siempre con su médico respecto de los efectos secundarios que puede conllevar el consumo de medicamentos.

Siempre será recomendable  mantener hábitos de vida saludables: incorporar frutas y vegetales siempre en la dieta, el alcohol y el tabaco son malos aliados, practicar algún tipo de ejercicio aeróbico siempre será bueno (caminata, bicicleta, nadar, etc.), previa consulta con su médico.

Mantener una buena comunicación con nuestra pareja es clave para mantener una vida sexual satisfactoria y placentera. El sexo a esta edad requiere de creatividad, demostraciones de afecto, muchas caricias, franqueza y generosidad. Muchas veces es mejor controlar nuestra ansiedad e iniciar un encuentro amoroso con una cena o un desayuno romántico. Hay que dejar de lado las expectativas  y  recordar que no todo encuentro amoroso necesariamente debe terminar en un coito, y no todo coito debe terminar con un orgasmo.

A modo de resumen,  los cambios fisiológicos a los que asistimos en la adultez mayor, no anulan el deseo sexual. Es el cerebro nuestro principal órgano sexual y fuente de motivación. Frecuentemente, la falta de motivación por la actividad sexual tiene su origen en factores psicológicos y culturales. Tanto hombres como mujeres pueden mantener una sexualidad activa en edad avanzada, que mejora en la medida que nos damos permiso para disfrutar, derribando los mitos y prejuicios que podamos tener al respecto.

Autor: Dr. Jorge Ochoa M.

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