Ha llegado el verano, y por ende, nuestras esperadas y añoradas vacaciones. Es tiempo para compartir con familiares y amigos, dejar las obligaciones atrás y recargar las pilas de un año laboral.
Pero no siempre este descanso estival es pura felicidad y alegría, cada vez se hace más frecuente la aparición de un síndrome conocido como estrés o depresión vacacional que algunos lo llaman » depresión de la tumbona».
Este cuadro se caracteriza por la aparición sentimientos de tristeza, insatisfacción, ansiedad, angustia, irritabilidad, dolores musculares, cefaleas, insomnio, mayor consumo de alcohol y alteración del apetito, entre otros.
Hay muchas causas que pueden provocarlo, pero en general es la sumatoria de muchas situaciones mal manejadas.
En primer lugar, se produce un cambio brusco del estilo de vida. Así como nos es difícil volver a trabajar después de unas largas vacaciones, para algunos también es difícil comenzarlas.
Los síntomas aparecen ante la dificultad de adaptarnos, se rompe la rutina, y tenemos que parar el ritmo agitado y sin descansos de la vida laboral.
Por otra parte, existe la presión de tener unas vacaciones perfectas e inolvidables, expectativas irreales que pueden hacernos caer fácilmente en la frustración.
La rígida planificación de las vacaciones, con un estrecho cronograma diario, lleno de actividades a realizar en un tiempo limitado, aumenta el estrés de llevar a cabo dichas actividades, y más aún si aparecen sucesos inesperados que nos alteren lo programado.
En este ideal de vacaciones excepcionales evidentemente existen limitaciones financieras y muchas familias se endeudan mas allá de lo necesario provocando mayor presión en las vacaciones.
Cada vez se nos hace más difícil lograr desconectarnos, y menos ahora con las nuevas tecnologías que nos permiten estar todo el tiempo disponible en línea. Es así, como muchas personas no conciben la posibilidad de dejar sus computadores en casa, menos aun apagar los celulares.
Esto sucede no sólo porque somos masoquistas o amantes de los nuevos aparatos, sino también porque frecuentemente existe en los trabajadores la sensación de culpabilidad de tomar vacaciones y abandonar el buque, y no son pocos los jefes que tampoco respetan este tiempo de descanso.
Así como no nos sentimos culpables de dormir, tampoco debemos hacerlo con nuestras merecidas vacaciones. Son absolutamente necesarias e importantes para la salud y futura productividad de la persona.
En un estudio en España se observó que un tercio de los divorcios ocurren al termino de las vacaciones, este aumento de las separaciones se producen porque durante el año las obligaciones familiares, laborales y de amistad nos dejan escaso tiempo para ver y trabajar conflictos latentes, y en vacaciones la mayor convivencia con la pareja e hijos y las horas libres para pensar, hacen que salgan flotes los problemas maritales.
Todo lo anterior nos puede provocar síntomas ansiosos y depresivos e incluso llevarnos a una depresión mayor como tal.
Entonces ¿Cómo hacer para disfrutar las vacaciones y no desestabilizarnos emocionalmente?
- Tenga expectativas razonables con objetivos reales para la persona y la familia.
- Antes de salir intente terminar lo máximo posible para que no queden pendientes y se produzcan llamadas indeseables. No nos olvidemos que no somos imprescindibles. Aprenda a delegar funciones.
- Programe con tiempo sus vacaciones y tenga claro que siempre pueden existir los imprevistos y complicaciones.
- Realice planificaciones flexibles, deje tiempo para el ocio sin culpa y guíese por el “qué quiero hacer” y no por el “qué debo hacer”. Haga una lista y priorice actividades.
- Si el tiempo lo permite permanezca unos días antes y después de las vacaciones en su hogar para adaptarse a los nuevos ritmos.
- Respete su propio espacio y el de su familia, si se siente estresado, dese un tiempo a solas y permítase recargar baterías.
- Mantenga una dieta equilibrada y evite el alcohol.
- Realice ejercicios. Liberará endorfinas que funcionan como un antidepresivo natural.
- Duerma lo necesario, dormir pocas horas, o al revés muchas horas, puede aumentar síntomas ansiosos y depresivos.
- Olvide el reloj. En vacaciones no hay apuro.
- Deje el computador, iPad, tablet, etc., en casa y apague el celular aunque sea algunas horas del día.
- Descubra la maravilla de las actividades simples y gratis, como un paseo por el campo o construir un castillo de arena juntos a sus hijos.
Y si ya llegaron de golpe sus vacaciones, no pretenda liberar el estrés de un año en algunas semanas. Ahora a disfrutar y felices vacaciones.
Autora: Dra. Carolina Labbé Cid, Médico Psiquiatra.
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