A lo largo de la historia la humanidad se ha visto enfrentada a una serie de catástrofes, tanto naturales como causadas por el mismo hombre, que la han expuesto al terror y a la devastación. Si bien durante las primeras 48 horas posteriores a un evento traumático el cerebro humano tiene distintos mecanismos para lidiar con este horror, por lo que no se realizan diagnósticos clínicos previos a este plazo, hay una serie de indicadores que nos hacen sospechar una probable complicación o cronificación de los síntomas.
A modo de prevención se emplean distintas técnicas para ayudar a las víctimas a tener un enfrentamiento lo más asertivo posible frente al trauma sufrido. Estas técnicas son las que se conocen coloquialmente como “Primeros Auxilios Psicológicos”, de los cuales hablaremos someramente en este artículo.
Para poder evaluar a aquellos en riesgo hay que conocer las etapas psicológicas habituales por las que cualquier persona atraviesa posterior a un evento traumático. A saber: Respuesta desorganizada, explosión, fase de estabilización y finalmente fase de adaptación. Lo que uno hace a través de la escucha es facilitar la transición normal de una fase más inicial a la siguiente. Para esto es necesario adoptar una actitud empática hacia la víctima y permitir que vaya desahogándose, contando sus emociones y vivencias sin presionar. Esta primera ayuda no necesariamente debe ser realizada por personal de Salud Mental, y por ningún motivo hay que dilatar la ayuda esperando a que la brinde un especialista. Como en cualquier urgencia médica lo principal es la prontitud de la atención.
Existen varios autores que han escrito al respecto de estos primeros auxilios psicológicos, entre los cuales destacan Cohen, Prewitt, Rabin, Valero y Slaiker. Dentro de los lineamientos generales que plantean está en primera instancia el invitar a hablar, mirar a los ojos, y adoptar una actitud acogedora. Es importante no hacer muchas preguntas o guiar el relato, sino dejar a la víctima hacer su catarsis lo más espontánea posible. Focalizar las situaciones problemáticas que se generaron a causa del trauma, priorizando la gravedad de cada uno, y evaluando posibles soluciones, considerando también las opciones por las cuales otros se han inclinado frente a la misma situación.
Es muy importante recomendarle a la víctima evitar ver noticias relacionadas y programas en que la opinión pública comenta lo sucedido sin estar siempre plenamente informados. El ver imágenes de lo ocurrido y escuchar comentarios no siempre justos, es un factor de riesgo para complicaciones. Posterior a la priorización de los problemas hay que invitar al individuo a realizar una acción concreta, de su elección. Esto está enfocado a combatir la sensación de impotencia y vulnerabilidad que surge normalmente después de una situación traumática. Posteriormente se orienta a ampliar y restablecer su red de apoyo, en busca de compañía, lo cual está enfocado a restituir la sensación de inseguridad generada.
Finalmente se debe otorgar información con respecto a los recursos disponibles en su comunidad y sólo en los casos más patológicos derivar a un especialista, psicólogo o psiquiatra.
A lo largo de este apoyo y orientación es necesario respetar la elaboración que hace el paciente, sin contar experiencias personales previas ni sentimientos propios. Hay que evitar hacer un recuento muy detallado del evento traumático para no re traumatizar, así como tomar decisiones por el otro.
Si bien frente desastres y situaciones de violencia nos sentimos desarmados y muchas veces impotentes e inútiles, el apoyo humano y de escucha empática que podamos ofrecerles a las víctimas en los momentos posteriores a estos traumas, representa un impacto importante en salud, ya que disminuye la incidencia de trastornos psiquiátricos secundarios y el sufrimiento que conllevan este tipo de situaciones. Es por esto que lo ideal es que cada comunidad se organice y sepa cómo actuar en estas situaciones, siendo capaces de ofrecer ayuda y trasladarse de una ciudad indemne a una afectada en caso de crisis.
De esta manera vamos formando un país más solidario, pero también más eficiente en su control de gastos de salud, reforzando la prevención.
Por: Dra. Macarena Gálvez, Médico Cirujano, Pontificia Universidad Católica de Chile. Psiquiatría Adultos Universidad de Chile. Directora Médico Unidad de Peritajes Clínicos.
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